Maggie debe encontrar dinero para el tratamiento de su nieto, además de
animar a su hijo Tom y su mujer Sarah. Al ver un anuncio que reza "Se
necesita azafata", Maggie entra. Cuando descubre de qué tipo de
acompañante se trata, se queda sorprendida, pero acepta el trabajo.
Maggie es tímida y lo pasaría francamente mal en el imperio del sexo si
no fuera por Luisa, una compañera que le enseña los trucos del oficio
hasta convertirla en la muy solicitada Irina Palm. Pero la doble vida de
Maggie no pasa inadvertida a sus vecinos y deberá enfrentarse a la
doble moral provinciana y hacerse serias preguntas.
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